dimecres, 13 de gener del 2016

[WH40K] Capítulo II, Trasfondo


Capítulo 2: Un bombardeo desafortunado


Tras la caída de Antares y la muerte del gobernador Lucrecius Lochfinn, los orkos tenían a su disposición la información necesaria para encontrar los campamentos inquisitoriales que investigaban las ruinas xenos. Aunque los extractores y las colonias fueron protegidos de la invasión, la pérdida del gobernador fue un duro golpe en el corazón de la defensa planetaria. Por él se transmitían todas las órdenes y directrices a tomar, que con su experiencia y su saber hacer logró aguantar el asedio inicial al planeta. 

Con Lucrecius Lochfinn borrado del mapa las tropas caóticas y orkas lo tenían mucho más fácil. Las defensas se volvieron un desastre y la falta de una comunicación adecuada hicieron que muchos puestos defensivos estuvieran a merced de los enemigos y limitados a sus propios recursos. 

Pero alguien no desesperó. El comandante Dimitri Volganov de los Primeros Nacidos Vostroyanos dio un fuerte golpe a la mesa. Decidió proclamarse gobernador en funciones hasta que acabase la contienda y así tomar las riendas de las fuerzas planetarias.


Su relación con Lucrecius ayudó a que los subordinados de éste estuviesen de acuerdo en su puesto temporal, y las raíces vostroyanas del comandante Volganov inspiraron confianza dentro de las tropas de defensa planetaria. Aunque no todos estuvieron de acuerdo con esta imposición de mando: el Mariscal San Jorge de los Templarios Negros y el Capitán Paccael de los Ángeles Oscuros se mostraron reacios a que él tomase el mando de toda la defensa. Los comandantes de las dos fuerzas de marines espaciales se consideraban más capacitados y experimentados para liderar la defensa del planeta. Por otro lado, los Señores del Fuego, capitaneados por el Capitán Potras Payback, aceptaron de buen grado el valor y la voluntad del comandante Volganov, dándole todo su apoyo en su nueva asignación. El comandante del Imperio Tau permaneció silencioso ante esta pequeña disputa del imperio, manteniéndose al margen y evitando crear aún más confrontación. O’shark no creía necesario involucrarse.



Debido a que ahora los atacantes tenían información de los objetivos prioritarios, los defensores de Elohim III pusieron a todos sus ejércitos en alerta máxima y reaccionar lo antes posible al lugar donde iban a atacar con puño de hierro los enemigos. Les habían cogido ventaja y debían arrebatársela a cualquier precio. 

En el eje opuesto del conflicto, el kaudillo Xurxuc “Petacaraz” sabía dónde debía dirigirse. Su éxito lo volvió orgulloso y arrogante, resistiéndose a decir nada a los otros comandantes del bando orko y caótico. Pese a las presiones y a las amenazas de algunos de ellos, Xurxuc decidió que sería él quien guiase el ataque y escogería dónde debían atacar los ejércitos principales. A los kaudillos Er’kan “Estrujakráneoz” y Ghozzbak “Zakaojoz” no les sentó nada bien que uno de ellos ganase tanta relevancia dentro de la “alianza”. Sus liderazgos comenzaron a ser ligeramente cuestionados y eso no podían permitírselo. En cambio, los líderes de las fuerzas del caos no le dieron demasiada importancia al asunto. Les interesaba saber a dónde se dirigían, pero no entraron en el jueguecito de gallos de los pieles verdes. El Señor del Caos Belial conocía los tejemanejes de las razas inferiores a la perfección, y sabía que tarde o temprano esos tres cabezas huecas acabarían partiéndose las caras con las rebanadoras. El singular líder de los Guerreros de Hierro permaneció entre las sombras, manteniendo su anonimato y esperando a que los demás se decidiesen dónde dar el golpe.


El kaudillo Xurxuc, ahora en las riendas de la ofensiva, encabezó el ataque como bien sabía hacerlo: con cohetes, fuego y explosiones. Sonsacó del gobernador que el campamento principal del Ordo Xenos se encontraba en la región de Amus. Era un territorio conocido por su Espaciopuerto, aún en manos de los defensores, las refinerías de criocristales y de la ciudad colmena Caesar Superior, tan alta que dominaba la zona como si fuera una montaña solitaria. Lamentablemente, la puntería orka no es la más acertada de la galaxia, y pese a todos los esfuerzos de los mekánikos orkos del kaudillo Xurxuc, la mayoría de los cohetes cayeron en las coordenadas del campamento. Inesperado y desafortunado a la vez, en vez de dispersarse por todo el territorio, cayeron en un mismo sitio. Aun así, las fuerzas invasoras se pusieron en marcha para llegar antes que el grueso principal de los defensores una vez supiera de sus movimientos. Quizás se podía salvar algo de entre los enormes cráteres.

Agradecer a Torment por la gran campaña que nos està dando.

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