dimarts, 25 d’octubre del 2016

[WH40K] Campaña: Augurios de Oscuridad

Capítulo V: Una traición helada.


Trasfondo:

Las victorias y las derrotas iban sucediéndose a lo largo de la contienda por el planeta Elohim III.  Bravos guerreros perecían en los salvajes bosques mientras otros se alzaban orgullosos en las desérticas ruinas de las colonias y colmenas. Pero los líderes de cada una de las facciones no se olvidaba de la razón que les trajo aquí: los artefactos Halo. Anka Steimberg, la inquisidora del Ordo Xenos rescatada por los defensores imperiales, recopiló información para conocer el actual paradero de su compañera Ekaterina Ivanova; la más joven de las inquisidoras resaltaba sobre los demás gracias a su gran capacidad psíquica, siendo tan poderosa como para influir en las mentes xenos más influenciables.

La inquisidora Ivanova mandó una señal de socorro desde la Penitenciaria Vergun, en la helada y desolada provincia de Despero. Siendo uno de los territorios menos poblados del planeta, Ekaterina encontró oportuno dirigirse allí en cuanto comenzó la invasión; pese a todo, no esperaba encontrarse con un motín en la penitenciaria. Junto a los guardias leales del lugar, se resistieron a caer y los presos, junto a los guardianes corruptos, abandonaron las instalaciones para intentar refugiarse en las colonias civiles cercanas. Aun así, el peligro acechaba para la inquisidora y decidió fortificarse en los niveles más bajos de las edificaciones penitenciarias. Lamentablemente, la señal de socorro también fue accesible para las fuerzas invasoras que, en darse cuenta de quién era el emisor del mensaje, rápidamente decidieron ponerse en marcha hacia el lugar.

Las constantes trifulcas y asperezas entre los ejércitos que defendían y atacaban Elohim III no hacían más que acrecentarse a medida que avanzaba la guerra; el Gobernador militar Dimitri Volganov comenzó a ver que los éxitos cosechados por las fuerzas del Imperio Tau estaban consiguiendo muchos seguidores de entre los habitantes del planeta, e incluso algunos de los soldados de las fuerzas de defensa planetaria habían desertado para unirse a la esperanza xeno. Como fiel al culto del Emperador, y estratega de larga experiencia, sabía que tarde o temprano debería actuar contra ellos, siempre antes de que cojan demasiada fuerza y se conviertan en una situación incontrolable. Quizás tenía razón el Mariscal San Jorge y debió apoyarlo. Volganov contactó con el Capitán Potras Payback de los Señores del Fuego para transmitirle sus preocupaciones, evidenciando éste último que se debía actuar como el Codex Astartes indicaba: con fuego bólter purificador.
El gobernador militar Volganov indicó a los comandantes de los Nopin’tau que debían dirigirse a la provincia Despero lo más rápidamente posible, pues dos objetivos prioritarios debían ser protegidos de las garras de orkos y heréticos: el generador térmico y el centro de adiestramiento Solar Macarius. O’Lucas movilizó con rapidez las tropas para llegar el sector lo más rápidamente posible, mientras que O’Shark se mantuvo pensativo antes de ordenar a sus hombres que se dirigiesen hacia el lugar. Algo le decía que no debían obedecer al líder humano, las instrucciones llegaron en un mensaje sin codificar, como era usualmente. Aun así, planificó su avance y motivó a sus guerreros a que luchasen con gallardía y precaución.




Los tres kaudillos orkos llegaron a las nevadas tierras con sus flamantes kamiones de guerra, más rápidos y ruidosos que nunca gracias a la esclavizada mano de obra humana. El gran kaudillo Ghozzbak ordenó a Er’kan que se dirigiese a la fuente de energía que dominaba la provincia, el generador térmico, mientras que a Xurxuc lo mandó al centro de entrenamiento solar macarius; él se dirigiría a por la inquisidora, Ekaterina Ivanova. Lo que no esperaba Ghozzbak era encontrarse entre él y la penitenciaria Vergun a unos Guerreros de Hierro muy hostiles. En cuanto avistaron a los kamiones orkos abrieron fuego sin contemplaciones. Inicialmente los soldados del kaudillo intentaron hacer señales de alto el fuego a los marines del caos, pero no tardaron en darse cuenta que no era una equivocación, más bien una traición. Aceleraron los motores y Ghozzbak ordenó cargar contra las posiciones de los guerreros de Superius. Atisbaron una gran figura demoníaca dirigiendo los disparos, un ser que le recordaba vagamente al silencioso líder de los Guerreros de Hierro. Ghozzbak enchufó la garra orka pensando en los sopapos que le daría a ese traidor por sus actos contra sus chicos.
Superius, altivo y orgulloso de su nueva posición, ordenaba a sus esbirros que acabasen con los orkos. Ahora era el momento de volver a marcar el terreno, de recuperar el control de esta invasión y tener un liderazgo que sepa qué es lo que está buscando, y no haga las cosas por pura diversión. El recién ascendido príncipe demonio sentía como los dioses oscuros le sonreían, y cada orko que perecía era un tributo para ellos.

El kaudillo Er’kan, siendo informado de esta nueva situación, decidió desobedecer las órdenes del kaudillo Ghozzbak, dirigiéndose de camino a unas ruinas xenos que detectó al entrar en la provincia. Sabía que raramente se encontraría resistencia imperial y podría encontrar chucherías arcanas y otros objetos que puedan suscitar su interés. Apenas tomando un desvío entraron en ese complejo xenos completamente destruido; no había aguantado el clima frío del norte de Elohim III; aun así, sabía que tendría catacumbas y sepulcros que poder saquear. Sus chicos, ansiosos por satisfacer su curiosidad, avanzaron con pies ligeros por las ruinas, hasta encontrarse de frente contra unos esqueletos metálicos que les cortaban el paso: “¡Necronez! ¡A laz armasz! ¡Whaaaaagh!”. Er’kan no estaba dispuesto a abandonar el lugar sin conseguir algo que mereciese la pena.

Imotekh, de la dinastía Sautekh, se hallaba alzando a los antiguos guardianes de Elohim III; pese a que las guaridas habían sido deterioradas por el clima y el tiempo, aquellos guardianes se mantuvieron en excelentes condiciones mientras esperaban que algo les despertase. Su llegada a este planeta fue fortuita, ya que se encontraba casi en el otro confín de la galaxia. Su dinastía era la encargada de proteger ciertos mundos santuarios donde se ocultaban artefactos que no debían ver nunca la luz de sol, y cuando Elohim III fue invadido le llegaron las señales de que su presencia era necesaria en ese lugar. A su llegada ya se había enfrentado a los habitantes mortales del planeta, y conocía su testarudez; despertaría a todos sus allegados y pondría fin a la existencia de humanos, orkos y otras razas más jóvenes.


El líder de los necrones se encontraba en el frío norte, en unas ruinas que le traían recuerdo de su juventud mortal; bueno, juventud vivida hace muchos milenos. Cada minuto que pasaba en ese antiguo palacete de la dinastía Sautekh alzaba a un nuevo soldado de corazón frío y con la robustez de una roca. Lamentablemente, unos rugidos de motor y un puñado de gritos primitivos perturbaron el ritual del despertar, e instantes después comenzaron a iluminarse las ruinosas paredes del complejo con los verdes rayos de las armas Gauss y los destellos de ráfaga de akribillador. No toleraría más interrupciones.

Cuando las tropas de Nopin’tau llegaron a los objetivos establecidos y aseguraron el perímetro, una salva terrible de morteros y otros proyectiles de largo alcance asoló sus posiciones. Los guerreros del fuego se resguardaron en las edificaciones y aguantaron la tormenta de plomo que les estaba cayendo encima. Una vez despejado el cielo, observaron a tropas imperiales y marines espaciales rodeando sus posiciones y abrían fuego a discreción. El comandante O’Lucas ordenó cubrirse hasta intentar contactar con los aliados, siendo una posible confusión; O’Shark no lo dudó una segunda vez: era una traición nuevamente. Con bravura inició el programa de contingencia y todas las unidades del ejército del Imperio Tau recibieron la misma orden. Estaban solos, el Imperio de la humanidad les había traicionado una segunda vez y lo iban a pagar caro. Las vacías promesas de sus líderes ya eran insostenibles; buscarían otra manera de volver a su planeta, no sin antes traer el Bien Supremo a Elohim III.

El kaudillo Xurxuc se dirigía al Centro de Adiestramiento Solar Macarius cuando contempló esta explosiva trifulca entre pieles rosadas y pieles azules y decidió meterse donde no se llaman. Aunque la sangre orka le atraía lanzarse contra tal cantidad de enemigos, su mínima inteligencia le hizo reflexionar sobre sus posibilidades de salir victoriosos: escasas. Agarrando la radio orka de su ruidosa moto, el kaudillo ordenó reagruparse y dirigirse al Centro Penitenciario Vergun y dar apoyo al kaudillo Ghozzbak; su superioridad haría que esta vez no fallase en secuestrar a esos escurridizos inquisidores. Lamentablemente las tropas de Ghozzbak fueron sorprendidas por el ahora príncipe demonio Superius, y Xurxuc no tuvo más remedio que aprovechar todo esta confusión y pisar más fuerte los aceleradores de sus vehículos. Cuando ya casi alcanzaban su objetivo, el bramido de motos marines espaciales perturbó el precioso retronar de los motores orkos: “¡Ángelez Ozcurosz!”. La fuerza de intervención rápida del Capitán Paccael interceptó la partida de guerra orka, obligándoles a frenar su avance hacia la posición de la inquisidora Ekaterina Ivanova. Rápidamente los disparos de akribillador y de bólteres se cruzaron en el campo de batalla y las ruinas industriales fueron los testigos de una cruenta escaramuza entre los ejércitos más verdes de la galaxia.

Las tropas de los Templarios Negros, guiadas por el Mariscal San Jorge, se mantuvieron ajenas a los enfrentamientos en esta provincia, dando un respiro a sus tropas ya que las dos últimas derrotas los habían dejado exhaustos, y con la moral por los suelos. Además de que la batalla espacial se intensificó y tuvo que poner toda su atención en la defensa orbital de Elohim III. Para su sorpresa, los cuatro miembros del Officio Assassinorum seguían desplegados en la superficie terrestre, y su localización era desconocida. 

Objetivos:

Aunque los guerreros del fuego y soldados auxiliares del Imperio Tau habían sido enviados al Centro de Adiestramiento Solar Macarius y al Generador Térmico Despero II, estos mismos no dejaban de ser un elemento importante de control. En el primero se entrenan a la mayoría de soldados de la fuerza de defensa planetaria, mientras que el generador abastece a las colonias de siete provincias circundantes. Los soldados y la energía escasean en estos helados páramos y cualquier tipo de suministro será bienvenido para los frentes de batalla. El gobernador militar Dimitri Volganov, conocedor de estos recursos, quiere asestar un golpe a las tropas de O’Shark y O’Lucas a la vez que toma posesión de estos emplazamientos. Y sabía que los invasores no atacarían si vieran que ejércitos imperiales y del Imperio Tau tan numerosos estaban custodiando los lugares. El capitán de los Señores del Fuego, Potras Payback, apoyó completamente el plan de ataque del gobernador, encargándose de una de las divisiones del ejército xenos.

Ghozzbak no permitiría que los Guerreros de Hierro de Superius entorpecieran sus planes de invasión, así que decidió que en ese combate le enseñaría quién es el que manda en el planeta, por mucha ascensión demoníaca que tenga. El líder de los marines espaciales del caos quería recuperar el control de la invasión y para ello debía someter a la cabeza “pensante” de los orkos, o al menos a aquel que más caso hacían. Con los regalos de los dioses del caos, su orgullo y arrogancia no le permitían fracasar en este intento, y así poder ofrecerle a Khorne la calavera del kaudillo de la horda orka.


Imotekh y Er’kan se vieron las caras en territorio necrón; el orko saqueador de tumbas milenarias no saldría de ese complejo xeno sin al menos sacar algo de provecho, ya que si Ghozzbak se enterase de su cambio de planes le caería un buen garrazo. El líder necrón, en cambio, sintió que era un buen momento de probar el talento de sus guerreros alzados, de aquellos que se acababan de despertar y necesitaban un poco de acción para ponerse a punto y reconquistar el planeta. Los cuerpos metálicos estaban casi congelados por las bajas temperaturas y un poco de calor no les iría mal. Imotekh sabía que tarde o temprano se alzaría una tormenta de nieve, debía despachar rápidamente a esos invasores y teletransportar a sus tropas a un lugar seguro.

Pese a que no se recibieron informes del estado de la inquisidora Ekaterina Ivanova, los Ángeles Oscuros del Capitán Paccael llegaron justo a tiempo para interceptar la partida orka del kaudillo Xurxuc; tras el fracaso combatiendo a los necrones, el comandante de los marines espaciales quería descargar toda su furia contra estos xenos que tanto problemas le estaban trayendo a Elohim III. La inquisidora tenía información importante sobre la localización de los artefactos Halo, y el avispado kaudillo orko no dejaría que los imperiales se saliesen de nuevo con la suya; además, hacía tiempo que no aplastaba astartes y le gustaba como se retorcían de dolor dentro de la servoarmadura cuando las cruje con su garra de combate.

Condiciones de victoria:

En las Ruinas Xenos M545 se escondía un gran arsenal de maquinaria de guerra necrona totalmente desactivada, y que necesita ser puesta en marcha mediante ritos especiales de la dinastía Sautekh. Aun así, si algún ejército que no sea necrón llegase a alcanzar estos depósitos, encontraría materiales que pueden ser fácilmente transformados para un uso más convencional, además de asestar un duro golpe a los guardianes del planeta.

Victoria estratégica: controlar las Ruinas Xenos M545.

El Generador Térmico Despero II sigue en marcha pese a las inclemencias del tiempo y de la escalada del conflicto por todo el planeta. Hasta ahora había sufrido pocos bombardeos, pero desde que la inquisidora se ocultó en esta región, todo han sido problemas para el complejo energético; los operarios que mantenían la planta se han marchado y sin un adecuado control podría producir una catástrofe a nivel planetario. Aunque, si se recupera el mantenimiento del generador, podría aportar una ilimitada energía a mucho del armamento imperial, o Tau.

Victoria económica: controlar el Generador Térmico Despero II.

En el Centro de Adiestramiento Solar Macarius no se encuentran demasiados soldados, pero se han refugiado muchos ciudadanos adinerados de Elohim III. En tiempos de guerra los créditos imperiales no tienen mucho valor, pero aún hay ciertas fuerzas armadas que por ingentes sumas de riquezas están dispuestas a defender a quien sea necesario. Estas personas son muy influyentes en diferentes esferas de la sociedad imperial, y su salvación garantizaría ciertos favores en algunas colonias y ciudades colmena.

Victoria civil: controlar el Centro de Adiestramiento Solar Macarius.

Ghozzbak no está dispuesto a ceder su liderazgo en esta invasión, y más viendo los resultados obtenidos cuando estaba al mando el señor del caos Belial de la Legión Negra. Por ahora la mentalidad orka había funcionado mejor y por muy demoníaco que se haya puesto Superius, eso no significaba nada. En cambio, el príncipe demonio de los Guerreros de Hierro si creía que un cambio de estrategia era la más adecuada, y enfrentarse directamente al kaudillo orko era la forma de demostrar su superioridad ante el resto de los orkos.

Victoria heroica: Enfrentamiento entre Orkos y Guerreros de Hierro.

Alcanzar a la inquisidora Ekaterina Ivanova es el gran premio de esta provincia. Sus capacidades psíquicas podrían sugestionar a los orkos y al Imperio tau para que se replanteasen sus ideas, o si cayera en las manos equivocadas podría ser corrompida por el mismísimo Tzeentzch. En cualquier caso, Ivanova debe ser recuperada y la información de los artefactos Halo protegida del bando enemigo.

Victoria narrativa: Proteger/capturar a la Inquisidora Ekaterina Ivanova en el Centro Penitenciario Vergun.

Emparejamientos:

Ruinas Xeno M545: Juan (Orkos) vs Carles (Necrones).

Generador Térmico Vespero II: Gallen (Astra Militarum) vs Shark (Imperio Tau).

Centro de Adiestramiento Solar Macarius: Potras (Marines Espaciales) vs Lucas (Imperio Tau).

Centro Penitenciario Vergun: Xurxu (Orkos) vs Ángel Lucas (Ángeles Oscuros).

Batalla Heroica: SuperK (Guerreros de Hierro + Necrones) vs Mephisto (Orkos).

Pensamiento del día: "La tolerancia es signo de debilidad"


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